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El maestro y el reconocimiento de su papel en la sociedad

20 mayo 2023 | Columna | El Espectador

El pasado 15 de mayo se conmemoró el día del maestro. Esta es una celebración que permite el reconocimiento de la trascendencia de la tarea de las maestras y los maestros, constructores de sociedad. La realización del proyecto colectivo de una sociedad depende, sustancialmente, de la calidad de su educación.

A lo largo de nuestra historia, los seres humanos hemos encontrado en el conocimiento la mayor fuerza transformadora y el camino para satisfacer nuestras necesidades y hacer realidad nuestras aspiraciones. Durante milenios, madres y padres han compartido con maestras y maestros la responsabilidad de formar nuevas generaciones. Las maestras y los maestros, sin importar nuestra procedencia, tenemos una clara vocación de servicio que se focaliza en la realización de las potencialidades de nuestros estudiantes y, a través de estos, de la sociedad. Es nuestra responsabilidad abrir horizontes y perspectivas a las nuevas generaciones para que estas sean capaces de tomar conciencia del entorno y construir sus proyectos de vida individual y social.

Las maestras y los maestros debemos servir de ejemplo de una relación activa con el conocimiento; debemos promover que nuestros estudiantes, a través de las preguntas y el análisis crítico del contexto, construyan sus propias síntesis, proceso en el ganan autonomía y generan nuevo conocimiento. La educación es un espacio de mutuo reconocimiento donde todos aprendemos de todos, donde construimos colectivamente desde la diferencia.

La formación integral promueve las actitudes ciudadanas y las aptitudes cognitivas necesarias para que quienes se educan sean agentes de cambio ético con conciencia social; estas actitudes y aptitudes hacen posible su inserción en la cadena de gestión del conocimiento. En esta cadena, la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento permiten que la sociedad construya sinergias que hacen posible que los liderazgos colectivos y transformadores impacten los procesos sociales de las comunidades y la producción que promueve el desarrollo territorial.

El papel que tenemos como universidades frente a la labor educativa es la promoción de la formación integral para garantizar que las nuevas cohortes de profesionales (técnicos, tecnológicos y universitarios, magísteres y doctores) sean ejemplos de vida para sus familias y sus comunidades. La calidad del docente es quizás la variable más determinante de la calidad del proceso educativo.

Ahora, cuando como nación nos enfrentamos al gran reto de ampliar la cobertura responsable con calidad en educación superior, debemos abogar porque esta se construya sobre los hombros de maestras y maestros de altísima calidad. La entrada de miles de jóvenes al sistema de educación superior (que además provienen de las regiones más olvidadas por el Estado) exige claramente una reflexión pedagógica responsable y un aumento a la base presupuestal de nuestras universidades para que estas puedan garantizar más y mejores docentes para todos los niveles de la pirámide educativa.

Debemos ser conscientes de que la educación atraviesa cambios trascendentales por las exigencias del compromiso con la inclusión y la equidad, por la llegada de nuevas herramientas tecnológicas y por la diversidad de aplicaciones del conocimiento que impactan la vida en sociedad. La generación de nuevo conocimiento y su gestión social está en las manos de profesores y estudiantes, y en la relación que estos construyen en el aula y en los territorios con las comunidades.

Las y los profesores modelo son aquellos que son capaces de cultivar el amor por el conocimiento en sus educandos. Si nuestros estudiantes son capaces de apasionarse por aprender nuevas cosas, por cuestionar su contexto y sobre todo, por idear soluciones colectivas a los problemas que compartimos, tendrán las alas necesarias para cumplir aquellos sueños y metas que se propongan.

A lo largo de nuestra vida hemos tenido la oportunidad de compartir con ciudadanas y ciudadanos excepcionales que, de una manera u otra, nos han forjado como somos y han incidido, de este modo, en cómo impactamos en el mundo. El día del maestro es una fecha que nos permite recordar las primeras enseñanzas de nuestros padres, las palabras de la maestra que nos enseñó a leer o a esa persona que, con su conocimiento y entusiasmo, nos enamoró en la Universidad de nuestras carreras profesionales. El día del maestro nos permite pensar en aquellos que nos han transformado y nos exige ponerlos como ejemplo, como la llave que debemos usar para seguir el camino del aumento de cobertura, responsable y de calidad, que hoy como país queremos lograr.

*Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

@DollyMontoyaUN

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